¿Está en peligro la pareja actual?


En esta ocasión publico este artículo referente al matrimonio. No porque no nos demos cuenta cual es la situación en la actualidad en la mayoría de las parejas, sino porque se me hace interesante que aún viendo esa triste situación, la gente siga recurriendo al humanismo para dar solución a sus problemas y no recurra a quien le puede dar vida a su relación: Jesucristo.
Ahí se los dejo


Por Valeria Villa, Psicoterapia individual, familiar y de pareja, 25/03/2010
Este artículo pretende puntualizar algunas realidades de las parejas posmodernas que hoy enfrentan el reto de amarse en un mundo regido por el cambio y la velocidad:


Estrés: Parecemos programados, exigidos, demandados, a cumplir con muchos estándares de calidad: una cultura centrada en la imagen bella y saludable; la idea de éxito como la zanahoria tras la cual vamos todos sin saber exactamente qué es el éxito y si eso es lo que deseamos para nuestra vida; la competencia, feroz, desleal, que atenta contra la solidaridad humana, presentada como una cualidad deseable de los "winners" y de la cual por supuesto carecen los" losers".
Parejas agotadas, viviendo en grandes ciudades, recorriendo grandes distancias, padeciendo cambios permanentes y teniendo cada vez menos tiempo de convivencia
Hoy las parejas parecen también más consientes de lo que significa armar una relación y al mismo tiempo, se muestran defensivas, asustadas de comprometerse y aceptar los riesgos que el amor y el compartir entrañan siempre.
Crisis frecuentes: En la cultura de la posmodernidad predominan los valores del individualismo, de la gratificación inmediata de los deseos, los cambios personales, de proyectos y motivaciones. La inmediatez sobre todo ha generado menos tolerancia frente a las situaciones críticas, menos capacidad para controlar los impulsos, para negociar con el otro, para luchar por comunicarnos con el otro, para ser flexibles y poder posponer a veces los deseos personales.
Habría que decir que sin crisis, no hay crecimiento ni madurez; hoy muchas parejas creen que las discusiones o los desacuerdos implican necesariamente una amenaza de separación.
Cambio de roles: Hoy nadie parece tener tan claro ¿Qué es ser un buen marido? ¿Una buena esposa? Hombre y mujeres trabajan, tienen acceso al dinero y al poder. Ambos esperan dar y recibir contención afectiva. Las mujeres no se conforman más con un hombre que provea. Quieren hombres conectados, capaces de empatizar con ellas, de hablar con ellas de igual a igual. Todos estamos confundidos. ¿Hacia dónde van hoy las parejas? y de ningún modo pienso que el pasado fuera mejor. Simplemente era más simple. No había tantos escenarios posibles, tantas cosas en qué pensar. Hoy, la pareja puede construirse, armarse, de mil manera diferentes.
Conflictos de poder: Hoy la idea de decisiones compartidas es culturalmente popular, pero también lo es la invitación a la competencia. ¿Quién manda a quien? ¿Quién administra el dinero? ¿Quién decide cómo educar a los hijos?
y quizá deberíamos decir simplemente que los dos. Pero en la realidad, compartir decisiones, reconocer que el otro puede ser mejor o más hábil que nosotros en algunas áreas, es un gran reto que no muchas parejas comprenden.
La rutina, la infidelidad y la agresión: La rutina en esta sociedad que adora lo nuevo está súper desprestigiada. Las parejas de hoy hipervaloran la espontaneidad. Se nos muestran tantas opciones para experimentar la sexualidad por ejemplo, que a veces uno termina sintiéndose un aburrido, carente de creatividad. Dicen algunos que el hombre es como un cavernícola que no quiere hablar al llegar a la casa y que la mujer necesita mucho más que él, de la conversación. Esta situación cotidiana, genera muchas peleas, insatisfacciones y reclamos. Las infidelidades también pueden ser reflejo de esta necesidad de lo nuevo, de esta idealización de la pasión, cuando la costumbre y el día a día al lado de alguien, puede ser también estimulante de una forma quizá más tranquila, pero no por ello menos valiosa.
Y la agresión, que es quizá la forma más deteriorada a través de la cual las parejas intentan resolver sus frustraciones, proyectar en el otro sus partes desagradables o no aceptadas y librarse así de la responsabilidad de que la pareja funcione o no.
Tal vez aterrizar estas ideas, aceptarlas, pensarlas, pueda ayudarnos a desidealizar el amor y la convivencia y a entender un poco más, que el amor es un producto artesanal, que requiere de cuidado, reflexión, autocrítica y mucha tolerancia y paciencia.

1 comentarios:

meloelias dijo...

Es interesante el meditar en lo que forma el componente morfofuncional de una pareja y sus tinciones posmodernistas. Es un buen articulo

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